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Interlude

GÜAT DAS INTERLUDE MINS? Cada vez que me encontraba en la solapa de un cd de música la palabra Interlude me preguntaba cuál sería su significado, y que lo definiría como tal. Me sonaba entre tecnicismo operístico y hora del recreo. Algo así como una suerte de espacio flotante en el que uno puede hacer lo que le da la gana y nadie se lo cuestione … simplemente porque esta ahí, por llamarse así o quizás, porque se “sobreentiende”.

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INTERLUDE supone un pequeño ( ), un BeatBang, un cerrar y abrir de ojos.
Un OM dilatado, extendido y metamorfoseado.
Un estado ingrávido en el que se permite errar, retro-iluminar y dejar-se-ser. Dejar de ser y tender hacia el infinito. Crear desde la nada. Ser su espejo, reflejo, memoria y recuerdo. Imaginar ser testigo, ojo y pintura.
¿“Abstracta-mente”?. ¿Es posible?.
Quizás, si desnudara las formas, acariciaría su pureza, la esencia.

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Comprende una serie de bocetos intuitivos en el que la única premisa se ciñe a la no-premisa. Quizás una utopía. Como tejiendo. Sin espera ni promesas.
Engendrados de manera espontánea por el espíritu. Sin juicios.
Como calzando puntos. Con confianza.
Estas pequeñas confidencias suponen el origen de un viaje iniciático hacia lo transcendental. ¿O quizás, también a la inversa?!?!.
Quién sabe…

OM

Las 5 “telas” realizadas explícitamente para PLAS, es tan sólo el segundo de los 3 estadios que comprende INTERLUDE hasta el momento.
Esta segunda etapa interludiana se caracteriza por la independencia del lienzo frente al marco y el bastidor, la saturación del color, el punto como estructura mínima de significación compositiva y el círculo como vehículo de la experiencia dinámica_ espiritual_conectiva.
En ellas la memoria del pincel puntea rítmicamente redondeles, redondeces, aureolas, aros, limbos. Sublima.
¿Hacia donde viajamos?.
Unos, se instalan en la inmovilidad. Otros, quedan hacia dentro, hacia el centro o desde él. Desde dentro, hacia fuera. Otros permanecen en perpetuo movimiento, como hipnotizados, bien dormidos, bien despiertos.
Quizás, si nos dejáramos mecer…tal vez, lográramos liberarnos; purificarnos.

Cosmic Love

INTERLUDE_COSMIC LOVE

Es, todavía hoy, una serie inacabada, en proceso.
Derivada de los periodos previos, internamente simultáneos.
Un nuevo impulso hacia la evidencia.
Una latido profundo que pulsa por manifestarse.
Otro modo de transcribir, de dar luz a lo velado, de revelar lo silenciado.
AMOR como fuerza creadora originaria que reconcilia y unifica, que se expande infinitamente y trasciende cualquier realidad.
AMOR CÓSMICO que prevalece sobre cualquier doctrina, ley formal y explicación racional.
AMOR UNIVERSAL que define, sin límites, nuestra existencia.
En esta etapa el punto configura la estructura interna de la experiencia. Engendra una especie de volúmenes flotantes maravillados entre dos mundos. Formas informales, masas imaginarias, legado estelar, retratos celulares, madejas embrionarias.
Sueños que constelan rumbo al origen del amor.

Precisamente es la magia de la incomprensión la que a algunos nos fascina. Sin ella apenas somos nada.

Being Eyes

INTERLUDE_BEING EYES

Este pedazo de INTERLUDE constituye una familia sideral. Cada miembro de la constelación BEING EYES tiene su propia función, disfruta de identidad propia y nacen siempre libres. Los seres de esta tribu galáctica se ordenan y conviven desde la atracción y el RESPETO. Cuales quieran que sean su movimientos, por naturaleza, no pueden transgredir nunca la integridad de ninguno de sus hermanos ni de ninguna otra familia estelar. La razón principal de su existencia, es velar por la armonía del UNIVERSO y para bien de TODOS. Son fruto del incondicional e infinito AMOR COSMICO.
Cada BEING EYE es portador de virtudes mágicas y conecta con otros seres de otros planetas a través de la pupila, la luz y el color.

The Color of Silence

INTERLUDE_THE COLOR OF SILENCE

THE COLOR OF SILENCE, supone una nueva etapa del proceso de aproximación
a la “abstracción pura” y consiste en liberar el espíritu de un modo diverso, permanecer en la presencia y desde el silencio interior permitir que la energía refleje. No es un ejercicio de representación si no más bien de presentación.
Yo tan apenas un enlace. En otras ocasiones un vínculo “familiar” con el espectador.

El INTERVALO, de algún modo, explica y acota el espacio y duración del silencio que comprende la experiencia manifiesta. Bien en su totalidad o bien una parte.
Los intervalos vendrán definidos inicialmente por cifras-signos temporales (añomesdiahoraminuto) sin por ello obviar que, por definición y casi de manera paradójica, el tiempo es relativo, las existencias múltiples e incluso simultáneos.

Críticas Artísticas

La morfogénesis de Patricia Bonet

Crear objetos bellos no es sinónimo ni efecto únicamente de imitar la naturaleza, que también; la creación se puede producir mediante la relación de la geometría y el color. Más allá de lo que para nosotros pueda significar un objeto bello, la belleza puede ser un medio para integrarnos con el cosmos.
¡Uf! Comenzamos a dispersarnos en hipérboles hacia la artista y su obra, pensará el lector. Les aseguro que no. No al menos desde mi punto de vista. Continúe leyendo un poquito más y me explico.
La obra de Patricia Bonet no es decorativa, sino que cree firmemente en la función del arte abstracto-geométrico como vínculo de cercanía entre el espectador y el concepto de verdad filosófica. Su búsqueda de soluciones pictóricas parece, a primera vista, y de una manera amplia y práctica, una consecución de lo que planteara Kandinsky en su obra Punto y línea sobre el plano, es decir, que el análisis de los elementos artísticos es un puente hacia la pulsación interior de la obra de arte, independientemente de que el autor conozca o no, haya tenido en cuenta o no, su valor puramente científico. La afirmación, hasta hoy predominante, de que no se debe descomponer una obra, ya que este análisis traería consigo, inevitablemente, la muerte del arte, proviene de la ignorante subestimación del valor de los elementos analizados y de sus fuerzas primarias.
La geometría es el principio rector de nuestra realidad, ya sea desde la perspectiva científica, desde la artística o incluso desde la mística. Científicos como Einstein han visto el tiempo-espacio como un continuum con una forma geométrica determinada y otros físicos han entendido que el mundo material es la representación de formas matemáticas que existen en una especie de espacio platónico. Desde una visión mística, la geometría refleja el orden divino y revela la firma del creador, es por ello que existen principios como el número áureo, los conjuntos fractales o la supersimetría, ecos de la unidad dentro de la multiplicidad. Es el asombro primigenio, reconocer la unidad primordial en todas las cosas.
Vale sí, reconozco la dispersión. Me corrijo. De lo que hablo es de geometría, de color, de proporción, y también del concepto filosófico de creación, porque el artista de hoy al no copiar la naturaleza, la crea (algo así decía el pintor Manuel de la Cruz Gonzalez). Porque hablar sólo de lo primero sería un flaco aporte a la crítica, me reconocerán. Denme chance, por favor.
Desde que el hombre aprendió a caminar sobre sus extremidades inferiores y utilizar sus manos, plasmó no solo aquello que tenía que ver con su vida cotidiana, sino la percepción del mundo casi mágico que lo rodeaba. Como en Altamira (después de Altamira, todo es decadencia, decía Picasso); como en el maravilloso techo de Denderah, que perteneció al templo de la diosa Hathor, en Egipto, ahora en el Louvre…
La filosofía de la naturaleza, o filosofía natural, o cosmología, es el nombre que recibió la física hasta mediados del siglo XIX. Actualmente la llamada filosofía de la naturaleza trata cuestiones como el determinismo y la libertad, la naturaleza humana y la biotecnología, la explicación en biología, la morfogénesis, e incluso se discute el término más apropiado para dar cuenta de la ontología, epistemología y ética de una filosofía de la naturaleza renovada, como el naturalismo integral, o el morfologismo filosófico. Confieso que tengo que leer dos o tres veces los textos que tratan sobre estos temas para entender algo. Yo me quería referir a los primeros filósofos griegos que estudiaron la naturaleza (physis) y trataron de establecer el origen y la constitución de los seres naturales, de modo que sus conclusiones sirvieron de base a las teorías científicas desarrolladas luego (la morfogénesis que he citado y que da título a este texto).

¿Por qué ligo la obra de Patricia Bonet con aquellos señores con túnica?, se preguntará el lector; pues quizá porque los filósofos griegos entendían la naturaleza como una substancia permanente y primordial que se mantiene a través de los cambios que sufren los seres naturales, y algo de eso me transmite la obra de la pintora. De entre los filósofos presocráticos, quienes se interesaron por el problema cosmológico, es decir, por el origen del mundo, y trataron de dar respuesta a sus interrogantes partiendo de objetos concretos de la naturaleza, mi preferido es Anaximandro, discípulo de Tales de Mileto, quien creyó encontrar principio de todo en lo apeiron (lo indeterminado). Me encanta este tipo. Yo sería discípulo de Anaximandro. Anaximandrista y caótico redactor de pro. Pero Patricia decididamente no, Patricia es más pitagórica. Lo que no es un insulto, más bien al contrario. Las más tempranas referencias al placer de las matemáticas están ligadas al nombre de Pitágoras, el filósofo griego que observó ciertos patrones y relaciones numéricas que se manifestaban en la naturaleza. Patricia me recuerda a la postura filosófica de Pitágoras, porque de alguna manera en sus cuadros la explicación del orden y armonía de la naturaleza se encuentra en la composición, una especie de ciencia de los números. Me podrán decir que me voy muy lejos para hablar de arte, pero sepan que la escuela pitagórica estudió el dodecaedro, figura cristalográfica del orden cúbico formada por doce pentágonos, y las relaciones de secciones de líneas dentro de ese pentágono conllevaron a definir la sección áurea, cuya solución geométrica fue resuelta por Euclides, y que luego Kepler llamaría divina proporción, la misma que sería usada por escultores y arquitectos durante siglos y siglos.

A lo que vamos: estamos ante una pintura de iones y electrones, microcósmos energéticos que vitalizan pequeños universos en progresión expansiva y en constante proceso de integración universal. Erwin Schrödinger, premio Nobel de Física, sintetizó este aspecto a mediados del siglo pasado, ahí es nada.

No estoy exagerando. Va todo de lo mismo: Schrödinger, Pitágoras, Manuel de la Cruz… La visión del arte cósmico de Patricia Bonet implica una integración de lo emocional con la ciencia, el número, la proporción y la composición, todo contemplado en una dimensión que se corresponde con escalas y relaciones de índole integradora. La pintura de Patricia Bonet es como el número phi en la naturaleza de los cristales, es como la relación numérica prístina de las notas musicales. Pero es lo anteriormente citado porque también es la creación de una persona, una artista que respira, que pinta sin coacción, subjetivamente, con la imperfección que precisa lo bello, lo artístico. Al fin y al cabo, lo perfecto es monótono y aburrido, y lo que es peor, difícilmente despertará pasiones. Sólo lo imperfecto puede ser perfectamente único. Hablo de interpretar la música de las esferas, señoras y señores, pero a voz en grito.

Patricia ya había experimentado en anteriores proyectos con las posibilidades plásticas de la línea y el plano, ya había trabajado con los elementos propios de la representación bidimensional, con la idea de generar la ilusión de profundidad a partir de líneas tramadas, ya había diseñado el espacio a partir de la proyección de las estructuras internas de cada uno de los elementos de la composición buscando analizar el comportamiento de las formas en el espacio; y todo ello en relación con el uso del color… Ya estaba allí Schrödinger, Pitágoras, Manuel de la Cruz… Sus obras son estudios de perspectiva geométrica derivados de un innegable conocimiento de la representación del espacio tridimensional en el plano y todas las posibilidades plásticas derivadas de él, para lo que precisa de un claro dominio del dibujo estructural de las diferentes formas sólidas con sus correspondientes coloraciones y de cómo se comportan en el espacio.

Los puntos en círculo y el color llevado a su máxima expresión como liberación de lo preconcebido, casi como un ejercicio de pintar lo sugerido en el momento, como un automatismo propiciador de un expresionismo geométrico, es, al contrario de lo que pudiera parecer, la síntesis de todo lo explorado por Patricia Bonet hasta el momento y su propia liberación.

Cículos, círculos, círculos. Puntos, puntos, puntos. Ahora dicen los astrofísicos que nuestro universo muy probablemente manifiesta una extensión curveada en sí misma, formando una especie de esfera, relativamente pequeña, y no una extensión infinitamente abierta. Al parecer Leonardo da Vinci estaba en lo correcto, de hecho podríamos estar habitando un universo dodeacaedral (qué canalla el viejo Pitágoras), y con ello explicaríamos algunas de las más recientes observaciones satelitales. No me negarán que no es para relacionar la obra de Patricia Bonet con esto.

Y si no es así, a mi me lo parece. Y si le parece a usted también, constante lector que ha llegado hasta aquí, ya somos dos. Una de las interrogantes más extrañas y fascinantes que genera la física cuántica es la posibilidad de que el mundo que experimentamos esté siendo generado por nuestra percepción del mismo. En términos científicos, que los fenómenos se manifiesten de tal o cual forma según los concebimos e interpretamos. Y hasta que no son pensados permanecen en un estado de indefinición que desafía toda lógica: son y no son, están vivos y muertos, son ondas y partículas. O, de otra forma, no existen o son todo a la vez. La potencia infinita del vacío. Sin embargo, una de las explicaciones que más tracción tiene es la posibilidad de que la conciencia sea una propiedad constitutiva del universo. Si la conciencia también existe a nivel cuántico este tipo de comportamientos podría explicarse como el efecto de mente (y por qué no de la pasión) sobre materia. Asi que si a nosotros dos se nos suma algún otro lector convencido, el universo de Patricia Bonet (y todo lo dicho aquí) será verdad. Y estaría bien que así fuera.

Joan Feliu Franch
Universitat Jaume I

 

Casualidad vs causalidad

Estas son las palabras del psicólogo C. G. Jung en 1957, referidas a las décadas en las que trabajó en Das Rote Buch (El libro rojo). Precisamente estaba terminando de releer este libro, y había comenzado un estudio un tanto sígnico de los ícaros shipibo-conibo de la cuenca amazónica, cuando Patricia me llamó con el fin de que escribirá algo para su colección Interlude.
Han pasado algunos días desde aquella llamada y, como suele ser costumbre en mí, no sé por dónde empezar.
Doy la espalda a la Mar para situarme frente a la ultima colección de Patricia Bonet. Trabajo que, circunstancialmente, he ido viendo como evolucionaba del Uno a lo múltiple, de la unidad a la diversidad, del punto al cosmos, del Ser (original) a los seres (distorsiones o manifestaciones). Desde atrás, abrazándome, me enviste ese agitado rumor del oleaje que precede a la tormenta. Oscura cae la tarde. El sol, apenas menstrua sobre el grisnegro de los nubarrones. Hoy huele especialmente a sal y a lluvia.

Una puerta hacia lo esencial
Frente al lienzo, y una vez superado mi estéril tic heideggeriano de la cuestión “cósica”, transito de la fuerte atracción estética, dinámica, circular y cromática, que ejerce cada una de estas propuestas, a un espacio de fascinación y de agradable perplejidad.
Cada pieza de Interlude está cargada de esa dimensión inesperada que nos sorprende, no por el hecho inercial de ir-a-buscar-e-intentar-entender el sentido que tiene, sino por percibir intuitivamente que se trata de algo más que puntos coloreados formando estructuras circulares representadas al azar. En la misma abstracción hay una evanescencia palpable, la evidencia de un orden, de un código.
Cada pieza tiene algo enigmático, una atracción superior que emana, no solo de lo que nos muestra, sino de lo que nos deja entrever. Una seducción tan sugerente como la que me transmiten las imágenes del cosmos, los mandalas, los crop circles, algunas imágenes fractales o las representaciones simbólicas de los ícaros amazónicos.
Cualidad enigmática que, creo, se va fraguando al interactuar la abstracción, como resultado de la pulsión, y el orden. Paradoja que le sirve a la artista para acceder a un lenguaje universal, eludiendo barreras lingüísticas y corsés culturales. Un metalenguaje absoluto, el del Gran Libro, como decía Galileo:
“… está escrita en ese grandísimo libro [de la naturaleza] que continuamente está abierto a los ojos (me refiero al universo), pero no se puede entender si antes no se aprende a entender la lengua, y conocer los caracteres en los que está escrito. Este libro está escrito en lengua matemática, y los caracteres son triángulos, círculos, y otras figuras geométricas, sin las cuales es imposible entender ni una palabra; sin ellos es como girar vanamente en un oscuro laberinto”

En Interlude tras lo concreto, lo visible y lo palpable, se perfila “otra cosa”, algo más allá del saber, tal vez el Conocimiento. Frente a lo abstracto, lo formal y lo conceptual, la composición actúa como descodificador y nos lleva, inexorablemente, a ese interespacio subjetivo, intuitivo (lo que nos deja entrever) y visionario, que nos conecta con “otro mundo”. Correspondencias espaciales y cromáticas, influencias estelares y mandatos del aire, orden de los elementos que la pintora, en su condición de demiurgo cósmico, establece en el plano básico otorgándoles vida, vibración y resonancia. Ritmos abstractos que la artista armoniza y convierte en vectores de otro tipo de intercambios que, como he dicho, nos conducen por la vía de la revelación hacia algo atemporal, original, primario y a la vez infinito.
Conectándonos con la esencia del Universo, nuestra esencia original, la naturaleza más intima y más profunda de nosotros mismos.

Xano Viciano. Escritor. Castellón. Noviembre 2014

Tumbada boca arriba / Boca arriba

“tumbada boca arriba, siento la hierba fresquita en la nuca y en las manos miro alrededor, desde esta cima todo es cielo ha caído la noche sin darme cuenta respiro y el firmamento se ondula quiero hacerte una pregunta, lo que veo es figurativo o abstracto? ya se que es una pregunta tonta, muy tonta, pero así es nuestra lógica, desfasada respiro y cambio la perspectiva, hay otras maneras de mirar, desconocidas todavía respiro y multitud de colores se ordenan pequeños sobre ese fondo amable los sigo con los ojos, mas por costumbre que por necesidad, porque se que la esencia no necesita ser vista ella siempre esta, a pesar de nuestra ceguera”

Rosa Fuentes. Pintora. Castellón. noviembre 2014.

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